Primero habría que saber qué es el olivar tradicional y en qué se basa para entender su progresiva desaparición.
Los olivares se trabajaron siempre de forma manual, sin la maquinaria moderna. Antiguamente no existía la abundancia de químicos presentes hoy con los actuales agro químicos. Los árboles estaban muy distanciados, hablamos de plantaciones de 80 a 120 árboles por hectárea. Se plantaban higueras y otros frutales, pues la búsqueda no era sólo económica. Su rentabilidad económica es inferior a los olivares modernos.
Hoy este mercado como muchos otros se ha ido intensificando en una carrera desenfrenada por aumentar los beneficios. Así hemos llegado a los olivares de seto, súper intensivos, donde se llegan a 1.000 y 2.000 árboles por hectárea. Plantados unos junto a otros, con copas cortadas con inmensas maquinas y bañados de químicos para que puedan sobrevivir en condiciones adversas a su naturaleza.
¿Por qué ha ocurrido esto? Yo llevo tiempo observando estas situaciones y denunciándolas como algo que me resulta escandaloso. Esto ocurre por la combinación de dos factores muy peligrosos, la combinación entre codicia e ignorancia ante los efectos de lo que estamos creando, ignorancia generalizada de los consumidores frente a los productos que existen en el mercado.
Hay que ganar más y no se valoran los pros y los contras. La desaparición del olivar tradicional trae consigo la desaparición de especies, la pérdida de biodiversidad y la reducción de la calidad en el producto final. Los olivos sobre explotados y rociados de químicos presentan una analíticas muy diferentes a los aceites cultivados con compost o pastados por animales, donde tanto el árbol como el suelo son respetados. Los aceites procedentes de los olivares tradicionales generalmente situados en zonas más adversas, olivares de montaña, suelen tener una composición en polifenoles (antioxidantes naturales) más elevada, más vitaminas y menos o ningún residuo químico, como ocurre en los aceites ecológicos o biodinámicos.
El gran problema de esta situación, como con los demás desastres, es que la población no tiene información, no tiene conocimientos suficientes para valorar un producto respecto a otro y su elección se basa en el precio. Así es imposible competir con las grandes marcas que trabajan a muy bajos costes y la mayoría de la veces en condiciones nefastas para la biodiversidad.
Las producciones pequeñas como la nuestra debemos luchar por informar, por dar a conocer las verdaderas virtudes de un buen AOVE y diferenciarlo del resto, poner en valor nuestras analíticas y destacar la belleza de nuestros paisajes y la convivencia respetuosa con nuestro entorno. Hace unos días saldría en el periódico ABC la noticia de que Inglaterra se plantea retirar de sus supermercados el aceite de oliva español al conocerse como la recogida mecanizada y nocturna de la aceituna está causando la muerte a miles de aves.
Pero hoy sabemos que no es sólo el proceso de recogida de la aceituna lo que daña a nuestra fauna. Hoy se conocen los problemas con nuestras aves esteparias y su declive ante el aumento de los olivares intensivos. Hoy sabemos que las puestas de las perdices, su viabilidad se ha visto drásticamente reducida con el uso de agroquímicos. La biodiversidad de nuestra rica península está en juego ante estas prácticas modernas.
Estas noticias deben conocerse y la sensibilidad ciudadana debe despertar y no aceptar entre sus productos cualquier cosa, como ya está ocurriendo con el aceite de palma y la muerte de los orangutanes.
Si queremos mantener el olivar tradicional y su riqueza de flora y fauna los consumidores debemos estar dispuestos a pagar un poco más por el producto entendiendo que la diferencia de calidad es muy grande y que la conservación de nuestro planeta también está en juego.
Hoy lo sagrado se cambia por dinero, nuestros olivos centenarios un día sagrados hoy son tristes setos mutilados cuya edad no pasa de los 12-14 para ser luego renovados. Nuestras vacas, consideradas en muchas culturas animales sagrados hoy viven hacinadas y reciben un trato despreciable.

Introducción con el prólogo de Joaquín Araujo.
Los que amamos, respetamos y vivimos en contacto con la naturaleza estamos cansados de estos abusos y de la indiferencia generalizada. En unos meses saldrá publicado el libro «Conectados», donde estas y otras denuncias van a ser tratadas en busca de despertar sensibilidades, en busca de un mundo mejor para TODOS, no sólo pensando en la especie humana.
Totalmente dé acuerdo, no valoramos lo que tenemos.
Destruimos la naturaleza sin más. Ignorantes productores y consumidores sólo pensamos en el dinero. Y eso es obrar en contra nuestra
Me ha parecido muy interesante. Sobre todo hay que pensar en los agricultores tradicionales, que se merecen unos precios justos y que su trabajo de valore debidamente.
La pandemia nos recuerda severamente que debemos volver a nuestras raíces y respetar la Naturaleza. La peor peste es seguir destruyendola .
Co.o no recordar las aceitunas artesanales y los Olivos centenarios que aún quedan.
¡¡ CUIDEMOSLOS !!
El olivar tradicional es una barrera al cambio climatico.
La raíz del asunto y responsabilidades viene de esos dirigentes estatales o comunitarios y/o mentes en esos organismos.
¿Por qué un olivar Tradicional recibe menos ayudas PAC?
Porque se ha primado la producción en interés de zonas de más productividad y sistemas hacia los kilos.
¿ Por qué la España vaciada, o zonas desfavorecidos va a más y es donde se localiza ese olivar Tradicional?
Porque los inteligentes no tienen ni P. Idea de la convivencia de éste cultivo con la naturaleza.
No sigo.
Atajo inútiles de oficina.
Muy acertado dicho estudio y ojalá retrocedemos a la verdadera agricultura ecológica
El factor anti erosión: la mayoría zonas en pe diente o tierras pobres. Anti incendios, al estar ubicados en zonas de montaña limítrofes con bosques, tanto para cortar frente fuego, como aviso al estar trabajando. Fijar población y massss pero la pela es la pela.
Hay un factor que también se debería hacer presente: el cansancio de unos campesinos ya mayores y la necesidad de los pocos jóvenes que se incorporan y que necesitan una rentabilidad para poder vivir con cierta holgura, y que ven que el olivar tradicional es mucho trabajo y poca recompensa a tanta dedicación e incluso gasto.
Así es José Vicente. En nuestra zona sufrimos especialmente esta cambio generacional y los mayores sólo ven salida en la venta de sus fincas, sus hijos no quieren ocuparse del olivar precisamente por lo que mencionas, no están acostumbrados a la dureza del trabajo del campo y ahora tenemos más necesidades. Una reflexión importante sería si esas necesidades de hoy son reales o nos han «vendido» que todo eso hace falta para vivir feliz. Estos días de reclusión son importantes para entender que es lo verdaderamente «esencial» el alimento, junto con un techo, es casi lo único esencial, el alimento de calidad y es lo que por desgracia perderemos si lo dejamos en manos de grandes empresas. Esta es mi reflexión. Gracias por los comentarios y perdonad que no responda a todos. Olga
es muy bueno informar al consumidor desprevenido y se debiera informar en las etiquetas de los productos la información
La pura verdad ,incrementado muchísimo por importaciones de aceites,,, mejor dicho grasas de países no comunitarios ,,sin control de ningún tipo,tirados de precios,,que aquí refinan y mezclan con un poquito del nuestro,,,para dar sabor u aroma,,,se enriquecen pocos,,,engañan a todos los consumidores, y arruinan a todos los agricultores,,,,
Muy de acuerdo con el artículo.El campo está siendo envenenado.
Por qué no se pone coto a las plantaciones indiscriminadas al igual que con las plantaciones de viñas que debes tener derechos controlados por la Comunidades.
Y penalizar las nuevas plantaciones en intensivos a través de la P.A.C. reduciendo las subvenciones a estos listillos.
Al olivar superintesivo hay que hecharle muchos productos fitosanitarios por estar muy espuesto a hongos y plagas ,intoxicando los acuíferos subterráneos y produciendo un aceite muy poco saludable.
Es verdad que la mayoría de los consumidores de aceite de oliva están desinformados. Consumiendo aceite de oliva y sobre todo virgen extra de olivar tradicional, se consigue mantener a muchas familias en el mundo rural, cuidar el planeta, consumir un producto de altísima calidad que cada vez más es valorado en el extranjero. Además hoy en día se lo llevan a su casa directamente de la cooperativa o fabrica privada que es donde está la verdadera calidad.