Se escribe y se habla mucho de los beneficios del aceite de oliva.
Para empezar, decir solo «aceite de oliva» ya nos lleva a un error para el consumidor que estamos pagando muy caro.
Las propiedades del aceite de oliva proceden de sus componentes químicos naturales, obtenidos al realizar el zumo de la aceituna. En el caso del aceite de oliva, el producto no procede del zumo de la aceituna sino de procesos químicos, donde se pierden prácticamente todas sus propiedades. Es sometido, además, a unas temperaturas muy elevadas, por encima de los 200 ºC en el proceso de refinado. Todo esto, nos lleva a un producto de muy baja calidad que, en muchas ocasiones, se consume asociado a la dieta mediterránea y la salud.
Si hablamos de Aceite de Oliva Virgen Extra ya estamos ante un zumo natural, cuyas propiedades para la salud, en principio, pueden ser beneficiosas. Pero, una vez más, depende de las cantidades de estas sustancias químicas. Por ejemplo:
Sanidad, actualmente, ya autoriza a los aceites que superan la cifra de 250 mg/kg en polifenoles totales a poner en sus etiquetas «Los polifenoles del aceite de oliva contribuyen a la protección de los lípidos de la sangre frente al daño oxidativo».
Este es tan solo uno de sus componentes, pero esta situación ocurre con todas sus sustancias beneficiosas. Un laboratorio nos puede sacar estos datos para valorar:
Polifenoles totales: 599,3 (mg/kg)
Tirosol y derivados: 92,4 (mg/kg)
Hidroxitirosol y derivados: 85,8 (mg/kg)
a-Tocoferol: 316,0 (mg/kg)
Ácido oleico: 78,9 %
Escualeno: 592,9 (mg/100g)
B-caroteno: 7,00 (mg/kg)
Esto es tan sólo un ejemplo de un virgen extra cualquiera, según aumentan estas cifras sus propiedades para nuestra salud se incrementan.
Respecto a los AOVES que no están certificados como ecológicos, como consumidores deberíamos conocer sus Análisis Multirresiduos, donde se puede valorar sus cifras en residuos químicos para ver si realmente son un beneficio para nuestra salud o una sobrecarga para nuestro hígado, que debe eliminarlos del cuerpo. Este aspecto pasa casi siempre desapercibido, ya que los residuos químicos no se ven, no tienen sabor y no tienen olor, pero la realidad es que nuestro organismo debe procesarlos.
Así pues, la afirmación de que el aceite de oliva es bueno para la salud debemos considerarla muy lejos de la realidad. España, como primer productor mundial, tiene un compromiso con la sociedad, debe dar información veraz y que sea el consumidor el que elija, conociendo todos los datos y no solo una parte de ellos.